Escuchó su voz y lo estudió toda la noche. Tiene algo inexplicable que le llama mucho la atención. Su sonrisa, su pincel seductor, el contraste de sus ojos escondidos bajo el aumento de los lentes, bajo la creatividad del lente.
Ella lo escudriñó toda la noche y pensaba, “¿Y si él me tocara como toca su arte y me plasmara dentro una historia que deje en mí su olor?” Es difícil no apreciarle; tanta timidez y decencia. Tanta sensatez; profundo; elocuente y con ese aire del que no quiere la cosa, pero si la quiere.
¡Hazla ser! Indágala, rebúscala, rastréala. Viaja al sur, que ella está enfocada en tu norte. Ella te quiere descifrar, muéstrale tus trucos paso por paso, y sin prisa.
Tú tan hombre y ella tan mujer.
Tú tan abierto y ella tan cerrada.
Tú tan fuerte y ella con deseos de que la doblegues.
Tan difícilmente fácil.
Tan compatiblemente incompatible.
Fiel y ella amante.
Aparentemente en tu sitio y ella dispuesta.
Esperando el momento perfecto en el que se te zafe una mirada mal puesta para ella, con códigos seductores y discretos, responderte que ya es tuya y es a ti en toda la extensión lo que ella prefiere.
¿Qué tienen tus piernas para ella querer tus pasos?
¿Qué tiene tu lengua para ella querer buscar su tacto y conjugarse con tu saliva?
¿Y si te olvidas del respeto y la dignidad y la llenas de tu chispa?
¿Y si ella empieza paseándose por tus extremidades y tú terminas más allá de su troncó?
¿Y si se tantean desde los omoplatos hasta la planta de los pies?
¿Y si ella y si tú?
Le urge que husmees su anatomía, quiere ser tu musa e inspirar momentos espontáneos y efímeros junto a tu figura. Ella quiere que la retuerzas, que la hagas sentir que se siente cuando alguien te siente, que captures su silueta en la tuya, y la hagas tararear sinfonías monosilábicas.
Piérdete en su espalda, moldea sus pechos con tus manos, arráncale los tabúes y la vergüenza, llénala una y otra vez. Demuéstrale que debajo de tus vestimentas y de esa faceta que llevas de hombre moral, existe alguien que pueda hacer que ella olvide quien es y se convierta en lo que tú quieres poseer.
Pigmenta sus colores, vuélvela tu canvas. Penetra su prisma en la emulsión, haciendo que sus áreas más discretas se vuelvan más visibles. Piérdete dentro; produce imágenes nítidas a través de sus orificios y calca imágenes imborrables con tu mente. Provoca procesos fisiológicos con tu química, hazla tu objetivo, pon en acción su predicado.
Abre su diafragma y expón su película a la luz. Arrópate en sus sombras y pulsa con tu disparador imágenes imposibles de captar sin iluminación. Inviértela al tiempo de exposición, con tu velocidad de obturación. Toca esas formas geográficas que piden ser estudiadas. Enlázala a tu físico y retenla hasta llegar al punto más alto. No la dejes respirar y repítelo mil veces hasta el cansancio.
Ella quiere que la abras como te le abres a la vida.
Ella en cuestión de segundos se perdió en tu piel.
Ya te observó y te imaginó a 90 grados bajo su ser.
Ella ya te deseó y te escudriñó.
Contempló la idea de tenerte, entró en ósmosis y solo faltas tú para completar ese proceso.
Ella quiere ser a escondidas tu punto de atracción, quiere girar en torno a ti y que tú seas su eje. Ella quiere contigo lo que no ha vivido con nadie más.
Ella quiere conocer ese que nadie conoce.
Quiere que la conozcas como nadie la conoce, que conozcas de ella lo que nadie conoce.
Ella quiere tu magia efímera, esa misma, que con intensidad aplicas a tu arte.
Ella quiere que la abras como te le abres a la vida. No te le cierres, ella está abierta y te quiere ver venir.
Roxana Calderón es una escritora y editora de raíces dominicanas que emerge de una nueva generación de escritores de habla hispana en los Estados Unidos. Después de más de 10 años trabajando y brindando apoyo a estudiantes en áreas marginadas de la ciudad de Nueva York, Calderón ha optado por sumergirse en aguas desconocidas y ha escrito su primer libro titulado La Casa de las Maletas, publicado por DWA Press, en la ciudad de Nueva York.