El sexo a pelos está de moda entre los gays de la ciudad de Nueva York; en Grindr y demás aplicaciones de contactos entre hombres homosexuales, observo que son mayoría los perfiles que ponen como condición para el encuentro el sexo sin condón. Lo mismo pasa en las películas eróticas y promociones de prevención dirigidas a hombres que tienen sexo con hombres…el condón ya no es parte de la escena, ni aparece en letras grandes en los anuncios.
“¿Dónde quedaron los condones?” le pregunté a un amigo hace unos días y su respuesta fue reveladora: “están en el museo”.
La PrEP está de moda. Esta pastillita azul que garantiza un 99.7% de eficacia para evitar la infección de VIH ha aumentado el apetito por el sexo sin látex entre los homosexuales de la ciudad. Acceder a la PrEP es algo fácil. Los promotores de esta forma de prevención han diseñado toda suerte de estrategias y campañas publicitarias para asegurar que este tratamiento preventivo sea de uso común, incluso en gays y trans con bajo riesgo de infección de VIH. Si no estás en PrEP no estas “in” y lo que está de moda no incomoda.
Un cambio en el enfoque y las estrategias para la atención y prevención del VIH a nivel mundial puede considerarse como una de las causas principales del abandono del condón como forma de prevención del VIH y otras infecciones de trasmisión sexual. Los modelos comunitarios de salud pública centrados en el empoderamiento para el cambio de comportamiento, la reducción de las conductas sexuales de riesgo y los factores sociales que inciden en una posible infección de VIH fueron reemplazados por un enfoque clínico en el que las pruebas continuas y el uso de PrEP son las piezas claves para tener una “buena salud sexual” y lograr la meta de reducir a cero las nuevas infecciones por VIH en el estado de Nueva York.
En sus inicios la PrEP fue pensada para personas en situación de alto riesgo. Trabajadores sexuales, personas en relaciones serodiscordantes (en la que una persona en la relación esta infectada), hombres gays y personas trans, sexualmente activas y con un alto número de parejas sexuales ocasionales, eran los candidatos ideales para tomar TRUVADA como profilaxis preexposición al VIH. El modelo inicial incluía mucho énfasis en atención y educación para motivar el cambio de comportamiento, la reducción de conductas de riesgo y el posible abandono de la pastillita azul a mediano plazo. Las cosas han cambiado; tengo amigos que hasta con 8 meses de abstinencia sexual siguen tomándose religiosamente su pastilla de cada día; a ellos nadie les ha dicho que pueden parar la PrEP, ni que existen variantes distintas a la del uso diario, basadas en la frecuencia de sus actividades sexuales.
En definitiva: de la PrEP he visto mucho y muy poco de la cascada de atención y educación para el cambio de comportamiento. Muchas organizaciones comunitarias sobreviven a la asfixia ejecutando programas de conexión entre las llamadas “poblaciones objetivo” y los servicios clínicos donde obtienen la “pastillita de salvación”. ¡Creo que a la mesa del modelo de prevención del VIH y las ITS le faltan patas!
Mientras esto sucede, mis amigos me dicen que “ahora es el tiempo de carnita con carnita” y expresan su desafección por el condón diciendo que no quieren tener sexo con un dildo. Basta preguntar “Are you on PrEP?” y “Are you clean?” para dejar de lado el látex y tener un cumpleaños sin gorrito.
Tener sexo con o sin condón no está bien o mal; el ejercicio de la sexualidad se basa en la búsqueda del placer, que cada persona alcanza a partir de la satisfacción de sus deseos y fantasías. Ahora bien: ¿La moda del sexo a pelo parte de una decisión consciente e independiente?, ¿Hasta qué punto la presión social influye en el cambio de conductas dentro de las relaciones sexuales de los hombres gays en Nueva York?, ¿Hay una relación entre el deseo de sexo sin condón y la codependencia y el miedo al rechazo?, ¿Está la desaparición escénica del condón vinculada a una estrategia de mercado para posicionar la PReP como fórmula infalible y única de prevención del VIH? Estas y otras preguntas me llegan a la mente mientras converso con mis amigos sobre este interesante fenómeno social y sexual.
No quiero ser abogado del diablo en medio de este paraíso ni tampoco estoy en contra de la PrEP, pero soy consciente de que el disfrute pleno de nuestra sexualidad debe partir del ejercicio autónomo de nuestra libertad para decidir por nosotros mismos lo que queremos (o no) hacer para disfrutar y estar saludables.
Creo que las patas que le faltan a la mesa del modelo actual son la del empoderamiento personal, la de alternativas para una adecuada salud sexual y la que valora la sexualidad humana más allá de los tratamientos clínicos para prevenir el VIH y las ITS.
