Tengo que admitir: pensaba que poseía poca apreciación por la poesía. Pero poetas como Roxana Calderón me inspiran las rimas. Después de escuchar la declamación de Amanda Gorman en la ceremonia de investidura del presidente Joe Biden, me comprometí a leer más poesía para expandir mis horizontes literarios y “La casa de las maletas” pareció la colección perfecta con la cual comenzar. Ahora, no pudiese recomendártela más, seas un escritor principiante o una lectora experta de poesía.
Un tira y hala entre la compañía y la soledad rodea esta colección, destinada a ser leída siempre como una relevante y familiar: “Todos llevamos un equipaje por dentro.” Similarmente, es una lectura visceral que se siente como estar presente en el momento que Calderón primero pensó las palabras. Te urge a que reconsideres la tensión entre lo físico, moral y espiritual, y enfrentes esa pluralidad constante de la vida: “En estos momentos estoy en proceso de transformación.”
Inmediatamente, la voz es vulnerable, pero es un tipo de vulnerabilidad que proyecta una honestidad, resistencia y osadía admirable. Abiertamente añora conectar y desea felicidad con un trasfondo de comentarios sobre la vida y la cuerpa, sobre Dios y el cambio, sobre la libertad y la nostalgia. Enfrenta cualquier odio o envidia que le tiren, y a pesar de ello, existe una jovialidad refrescante a través, rebelde contra quien sea que trata de molestarla. En vez de torcerse por cualquier cuestión como hacen los que odian, prefiere reírse y gozar el tiempo sagrado que tiene en la tierra. Contiene además una musicalidad preciosa, la cual suena aún más impactante cuando lee como una prosa argumentativa y afirmativa, que contrasta los estándares de la poesía con preguntas retóricas. A veces te habla, a veces le hablas; es una mezcla poderosa de tonos.
Por otra parte, el amor por la escritura y la poesía palpita a lo largo del poemario, especialmente como conducto íntimo con el cual Calderón puede expresar sus deseos y dolores y contradicciones cándidamente. Con tanto cambio, llega mucha crítica externa, que luego se convierte en una toxicidad interna. Pero en vez de dejarse caer, Calderón valora las posibilidades que trae el cambio para algo mejor. Por eso, la libertad aquí está íntimamente ligada con la escritura.
Cada una de las estampas contiene granitos de oro, energías que fluyen y pensamientos que reviven. De mis favoritas, “Mi secreto” reforzó la verdad que “Nada es eterno” y a la vez, que lo más eterno que poseemos es nuestra relación con nosotres mismes; “Sin título” me acordó que toda esa “divina confusión” nos da la grandiosa habilidad de sentir y pensar: “creo que así son las casualidades de la vida, no tienen lógica ni definición”; “Confesión” me regaló otra perspectiva: “Todos andan por ahí rompiendo, reconstruyendo, y yo caminando, observando, pero sin entendimiento”; y “Realismo mágico” me aseguró de lo importante que es celebrar y soñar en un futuro feliz. Sobre todo, sentí un gran amor por las posibilidades que ofrecen el poder amar.
De principio a fin, “La casa de las maletas” es una colección maravillosa, el acompañante ideal para una tarde fresca de primavera, en la playa como en tu sofá. ¡Hazte el favor de agarrar una copia! Formar parte de la conversación indudablemente te brindará una nueva apreciación por la vida y la genial poesía de Roxana Calderón.
Melissa Martínez-Raga (ella/she/they) es una editora, escritora y bookworm puertorriqueña. Graduada de la Universidad de Iowa, ahora trabaja como asistente personal de la autora emergente Xochitl González. Encuentra sus palabras en Fools Magazine y El BeiSMan. Síguela: @melissa_mraga.
